Metáfora Absoluta / Absolute Metaphor
Claudia Reyes
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‘Quien ha mirado lo presente, ha mirado todas las cosas: las que ocurrieron en el insondable pasado, las que ocurrirán en el porvenir.’
Marco Aurelio
Este es un juego de dispositivos desmembrados, que se deshace del tiempo, jugando con la memoria de lo legítimo y en el que no hay otra salida que la negación, por superposición. Representaciones de obras de arte, reproducidas, representadas de nuevo pictóricamente de manera aleatoria. Un bastidor tablero o rompecabezas. Una ventana-callejón sin salida. En la práctica individual y colectiva, estamos condenados al artilugio perpetuo de memoria-olvido que activa en automático, casi de manera inconsciente, un mecanismo de conservación: La interpretación propia.
¿Cuántas categorías son necesarias para clasificar, para elegir o para legitimar rearmando, discursos sobre la realidad?
I.
Un ejercicio a partir de un referente moderno: La Historia del Arte de Salvat. Dividida en un número de tomos que depende del año de edición, un conjunto-libro como dispositivo clasificador, seleccionador, que preserva -con la salvedad de la reproducción-, el último resquicio del aura de lo que reconoceremos como Arte, con la autoridad para reactivar el discurso consensuado, en cada una de sus páginas. En la Historia del Arte Salvat, reimpresa en un sinfín de ejemplares, la imagen-objeto quedó encadenada a un único instante narrativo. Pero, el tiempo alcanzó a la historia y en el proceso de construcción de la memoria, la imagen se deshizo objeto para devenir información. Lo que antes estuvo impreso se convirtió en datos y nunca la imagen se impuso con tanta fuerza en nuestro universo estético, técnico, cotidiano, político e histórico. La condición memoria-olvido terminó confrontando las imágenes comunes con los mecanismos legitimadores oficiales. Se detuvo el tiempo a contra-ritmo de nuestra fábrica cultural.
II.
Una estrategia y muchas, hasta la negación: la imagen desprovista de su dispositivo y su discurso, queda a la merced del palimpsesto, el bloqueo parcial, el constante flujo entre adición y sustracción, además del juego entre aparición y encubrimiento, utilizando la pintura como medio y referencia. Una imagen sobre otra, una velocidad de crucero en la que cada instante que llega, es uno nuevo. A partir de la alteración, la resignificación, con el vestigio de la reproducción mecánica, de la asociación y del recuerdo es que la imagen intenta nuevos códigos.
III.
Una propuesta: leer las imágenes desde su desarraigo. Desarticular las narrativas predeterminadas, para provocar que el recuerdo de la imagen se desvanezca. Plantarse a pesar del vértigo y la densidad del negro como el conjunto de imágenes que representa el universo.
Metáfora absoluta, contrapone el tiempo y la decadencia de la Historia del Arte, del dispositivo libro como único discurso visual y cognitivo, de la imagen y su reproducción de cara a su posibilidad de reconfiguración, en un instante fijo por la pintura de Enrique Hernández.