Pruitt-Igoe / Pruitt-Igoe
Enrique Hernández
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Pruitt-Igoe fue un gran proyecto urbanístico desarrollado entre 1954 y 1955 en la ciudad estadounidense de St. Louis Missouri. Poco tiempo después de haberse construido, las condiciones de vida en Pruitt-Igoe comenzaron a decaer; y en la década de 1960, la zona se encontraba en pobreza extrema, con altos índices de criminalidad y segregación, lo que provocó la reacción de los medios internacionales ante el espectacular declive del barrio. El complejo fue diseñado por el arquitecto Minoru Yamasaki, autor también de las torres gemelas del World Trade Center.
A las tres de la tarde del 16 de marzo de 1972, menos de 20 años después de su construcción, el primero de los 33 gigantescos edificios fue demolido por el gobierno federal. Los otros 32 restantes fueron derruidos en los siguientes dos años. Las dimensiones del fracaso de Pruitt-Igoe, que se convirtió en un icono emblemático, provocó un intenso debate sobre política de vivienda pública.
En 1977, Charles Jencks escribió que la demolición de Puitt-Igoe había marcado definitivamente la muerte de la arquitectura moderna. Este gran complejo habitacional representaba la culminación de la evolución de las utopias urbanas que se habían desarrollado en Europa desde la Ilustración, reemplazando cada elemento tradicional de la ciudad por uno completamente racional. En Pruitt-Igoe, cada actividad tenía un lugar específico, perfectamente planeado. Para Jencks, el fracaso rotundo de este proyecto y su reconocimiento oficial a través de la demolición, representaban el fin de la era de las utopías.
Con esta secuencia de imágenes exploro de manera metafórica esta muerte espectacular de la modernidad, a través del desvanecimiento de la imagen. Si bien la tesis de Jencks es debatible, su visión corresponde a una mirada muy específica de la pos modernidad triunfante de la década del setenta. A mí me interesa particularmente, como imagen icónica del fracaso de un proyecto social perfectamente planificado y racional. La imagen de la demolición de Pruitt-Igoe nos permite una mirada arqueológica hacia todo el proceso de la modernidad y un cuestionamiento crítico a su teoría del progreso.